Cuántas veces te pasó de terminar una nota, un posteo y tenés ese palpito siniestro. Ese temor que te atormenta y te detiene a oprimir publicar.
Y te preguntas. ¿Me parece que en este texto hay algo que no funciona? Pero no logras identificar dónde está el problema y decidís publicarlo esperando que a la gente le guste.
Pasan las horas y terminas por confirmar que ese pálpito tenía razón. Tu texto queda en el fondo sin llamar la atención.
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¿Cómo transformar ese palpito en corrección y mejora sustancial para tus textos?
Es indispensable que desarrolles la mirada de editor. De otra manera, nunca podremos avanzar como redactores eficaces.
Y sin una mirada de editor, sin poder desarrollar esa conciencia que nos dice que algo va mal y convertirla en soluciones, lo más probable es que siempre andemos en muletas: siempre precisaremos de la mirada de otro para validar o ajustar todos esos puntos ciegos que no logramos vislumbrar por nuestra cuenta.
A la hora de escribir y corregir debemos ser nuestro propio jefe. Nuestro propio editor.
A veces, claro, en el fragor de la batalla por escribir un texto más o menos digno. En esa transpirada de camiseta por lograr que todo tenga sentido, coherencia, cierta chispa, no logramos ver el cuadro completo. Necesitamos alguien de afuera que lo diga por nosotros.
Sin embargo, hay ciertas estrategias que uno puede tener en cuenta para desarrollar su mirada de editor. Hay un puñado de puntos para prestar especial atención tras completar la redacción de nuestro texto y ver así, si las cosas funcionan o no, tal como nos lo propusimos.
Hoy, vamos a ver algunas de las más importantes.
- Supervisión de arranque y cierre. En esto punto deberíamos preguntarnos. ¿Nuestro texto abre y cierra de un modo efectivo? ¿Hay tensión y originalidad en nuestro arranque y desenlace? Nuestra palabra de cierre es potente y sorpresiva. ¿Pudimos darle al final, un concepto que nos devuelva al comienzo y aporte una mirada extra, como conclusión? ¿Nuestro arranque es de fácil acceso y prometedor?
- Supervisión de desarrollo. ¿El desarrollo de la nota es entretenido? ¿Hay cambios de ritmos? ¿Pudimos mezclar anécdotas con datos duros?
- Supervisión de actitud narrativa. Aquí entramos en un tema de subjetividad que también es vital de pasarle nuestra mirada de editor. Para lograrlo, debemos responder lo siguiente. ¿Hay un halo de sinceridad y honestidad en la escritura de nuestro texto? ¿Logramos descargar nuestra mirada de autor sobre los hechos? ¿Hay un crecimiento del desarrollo de una idea a lo largo del texto?
- Supervisión de sintaxis. Esta es la parte artesanal de la mirada de editor. Lo que se trata aquí es de ver cada frase –sí, ya sé que es un plomo- pero como una unidad suelta. Es decir, hay que corregir cada oración para que se luzca. Hay que barrerlas. Limpiarlas. Y sacarle lustre. Y, lo fundamental, debemos considerar cuál es el mejor orden para que las palabras encajan en la frase de la forma más efectiva.
- Supervisión de faltantes y sobrantes. Este es el último punto a considerar. ¿Acaso, olvidamos de tratar algún punto? ¿Es que existen cabos sueltos en nuestro texto, por distintas razones, no llegamos a completar?, o sumarlo enreda y confunde el relato.
Así como escribir es una habilidad que se aprende escribiendo, editar, se aprende editando.
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